Josu Azkue, artista azpeitiarra que acaba de ver cómo el ayuntamiento de su localidad, gobernado por la EH Bildu más ortodoxa, ha desdeñado su potente escultura titulada Labanderak, regalo a sus convecinos, bajo la estomagante excusa de que su creación “no es apropiada para representar a la mujer de antaño”. La frase es de un tal Aitor Larrazabal, concejal de cultura y, según parece, intérprete infalible de una realidad que no conoce ni por haberla vivido ni por lecturas. Solo por prejuicios.

Los mismos que los de los curitas y los beatones que establecían lo que era pecado solo porque estaba en su conciencia... o en su entrepierna. Comprendo su hastío y su negativa a hacer declaraciones ante el enésimo linchamiento de los defensores de una libertad que no distinguirían de una onza de chocolate. Censores sin matices, como los de Vox.