Sin diálogo, no hay debate, ni se producen avances sociales. En nuestro país, el intercambio de ideas y pensamientos lograron la reforma laboral permitiendo mayor competitividad empresarial, así como la reducción del desempleo. También hay pactos en pensiones, cuyo objetivo es garantizar su sostenibilidad. La formación profesional, la igualdad de género, la salud laboral, junto a medidas para combatir la pandemia, son algunos de los acuerdos obtenidos mediante el diálogo. Pero, aún queda mucho por hacer. 

El aumento de la polarización política y social está dificultando el consenso entre las partes. La globalización está ejerciendo presión sobre los mercados laborales, dificultando la competitividad, así como la protección de los trabajadores. Precisamos diálogo y consenso de las instituciones, y no “salvadores mesiánicos”, porque lo que de verdad es importante es el debate y la crítica constructiva, para que tengamos un futuro halagüeño y próspero. El dramatismo actual lo deberíamos ejercer sobre la polarización, que es la mayor lacra de la sociedad. Es necesario que todos hagamos un esfuerzo para superar las divisiones y encontrar puntos en común.